DROGAS ILEGALES

En las siguientes secciones se incluye la información correspondiente a las sustancias cuyo consumo no médico o científico está prohibido en nuestro país (drogas ilegales) y que están sometidas a fiscalización por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE). Incluyen mariguana, opioides (opio, heroína, morfina, fentanilo y otros), cocaína, drogas de tipo anfetamínico (anfetaminas, metanfetaminas y éxtasis), alucinógenos y otras.

¿Cuál es el panorama de las sustancias ilegales?





En los últimos años ha habido cambios en la legislación relacionados con el consumo de algunas sustancias. Por ejemplo, en Bolivia es legal la siembra del arbusto de la coca y su uso tradicional (mascar las hojas o beber infusiones). En la mayor parte del territorio estadunidense, se permite el consumo de mariguana con fines medicinales y psicoactivos. En Uruguay, todo el proceso, desde el cultivo, transporte, proceso, venta, portación hasta el consumo por adultos, está regulado por el Estado. En muchos lugares, incluyendo México, está despenalizado el consumo de pequeñas cantidades de drogas para uso personal.

La discusión pública respecto a la posible despenalización del uso de drogas para mayores de edad por sus efectos psicoactivos ha polarizado a la sociedad y favorecido el aumento del consumo, principalmente entre adolescentes y jóvenes. Sin embargo, a pesar de las diferencias de opinión, hay consenso entre los especialistas y distintos sectores de la población en la necesidad de entender a los trastornos asociados con el consumo de sustancias como problemas de salud pública y ofrecer apoyo a los consumidores, en lugar de criminalizarlos.

Independientemente del marco legal existente, es necesario difundir información científica sobre los riesgos asociados al consumo de drogas, reforzar los programas de prevención, descriminalizar a los usuarios, reducir el estigma hacia las personas que usan drogas, ofrecer más alternativas terapéuticas e incrementar el acceso a tratamiento y a estrategias de reducción de riesgos y daños asociados al consumo.



Cannabis (mariguana) y cannabinoides

¿QUÉ ES, QUÉ SON?

Cannabis es el género de la planta de la mariguana. Cannabinoides es un término que se refiere a un grupo muy amplio de moléculas con efectos variados que se unen con alta afinidad a receptores específicos en el organismo. Incluye sustancias que se producen de manera natural en el cuerpo (endocannabinoides o cannabinoides endógenos), sustancias de origen vegetal (fitocannabinoides, presentes en la planta de la mariguana) y sustancias que son producto de una síntesis química (cannabinoides sintéticos).

Se llama mariguana a la planta y a los preparados de flores secas, hojas y semillas que se obtienen principalmente de la especie Cannabis sativa. Hay diferentes especies de Cannabis y variaciones en las condiciones de cultivo que aumentan la diversidad de las plantas y productos derivados. En algunos países se consume el hachís que es la resina que se obtiene de prensar la planta o el aceite de cannabis, resultante de un proceso de destilación. También se usan cigarrillos electrónicos, vaporizadores, infusiones, pipas de agua y pastelillos (“brownies”). En los lugares donde la venta está permitida, se comercializan golosinas y bebidas hechas con cannabis. Sin embargo, la forma de consumo más común es fumar cigarrillos de largo y grosor variables, generalmente forjados por los usuarios.

El humo de los cigarrillos de mariguana tiene componentes en común con el de los cigarros de tabaco, incluyendo algunos carcinogénicos.

La planta de Cannabis tiene cerca de 500 compuestos químicos diferentes, de los cuales más de 70 son cannabinoides.

La principal sustancia psicoactiva de la mariguana es el delta-9-tetrahidrocannabinol o THC. La mayor concentración de THC se encuentra en las flores de las plantas femeninas, en el hachís y en el aceite de cannabis. Otro fitocannabinoide importante es el cannabidiol (CBD) que, a diferencia del THC, no tiene efectos psicoactivos.

Algunos cannabinoides sintéticos se han desarrollado buscando moléculas que podrían tener utilidad terapéutica, pero otros se sintetizan en laboratorios clandestinos para ser vendidos como sustancias de abuso. Estos últimos no son copias de las moléculas de la planta como parecerían indicar los nombres coloquiales de “cannabis sintética” o “mariguana sintética”. Aunque actúan en los mismos receptores que el THC, los cannabinoides sintéticos tienen efectos psicoactivos más intensos y mayor toxicidad. Los mejor conocidos son el “spice” y el “K2” pero existen muchos más con nombres en clave que generalmente empiezan con las letras JWH, AM o HU, seguidas de números. Los compradores de estas sustancias los reconocen bien pero generalmente son desconocidos por el público general. Los cannabinoides sintéticos de este tipo se disuelven en líquidos con los que se rocían hierbas convencionales para comercializarlos como si fueran productos naturales y son parte de las llamadas “nuevas sustancias psicoactivas”.

La mayoría de los cannabinoides actúa en dos tipos principales de receptores: los CB1 y los CB2. Los CB1 abundan en el sistema nervioso y median, entre otras cosas, los efectos psicoactivos del THC y su capacidad de producir dependencia. Los receptores CB2 se encuentran en abundancia en células del sistema inmune que es el encargado de la defensa del organismo contra infecciones. El CBD no tiene efecto significativo sobre ninguno de estos dos receptores.

¿QUÉ HACEN?

Los endocannabinoides (los que produce nuestro organismo) tienen un papel importante en la modulación del dolor y participan en procesos de memoria y aprendizaje, en el desarrollo cerebral, en la regulación de la respuesta inmune, en la liberación de neurotransmisores y en la secreción de algunas hormonas. Los mejor conocidos son la anandamida y el 2-AG. Se sintetizan bajo circunstancias específicas, cuando el cuerpo los necesita, y su acción es breve. En contraste, la presencia del THC en el organismo no obedece a necesidades fisiológicas, sus efectos son más intensos y duran mucho más tiempo.

Las acciones del THC dependen de la dosis, la forma en que se administra, el tiempo de consumo y la persona. Por ejemplo, el THC inhibe el reflejo del vómito (efecto antiemético), pero puede llegar a producir episodios de vómito severo y persistente (hiperémesis) con riesgo de deshidratación en consumidores crónicos de mariguana. Algunos de los efectos del THC son bifásicos, es decir, producen un tipo de respuesta a dosis bajas y el opuesto a dosis altas. El ejemplo más común es la relajación que experimenta la mayoría de los sujetos al fumar mariguana y que puede transformarse en ansiedad a dosis altas. En cuanto a la vía de administración, fumar produce efectos más inmediatos que la mariguana por vía oral.



El cerebro termina su desarrollo después de los 21 años. En este proceso participan activamente los cannabinoides que produce el propio organismo modulando la actividad de diferentes sustancias químicas en el cerebro, importantes para determinar la permanencia o no de algunas conexiones neuronales. El consumo frecuente de mariguana en adolescentes puede alterar el equilibrio del sistema cannabinoide endógeno e interferir con los procesos de maduración óptima cerebral.

Los efectos del consumo de los cannabinoides sintéticos de abuso se resumen en la siguiente figura:

Síndrome de abstinencia o supresión

El uso repetido y prolongado de mariguana puede producir adaptaciones fisiológicas importantes que se ponen de manifiesto cuando se presentan trastornos fisiológicos al suspender el consumo. Los principales signos y síntomas del síndrome de abstinencia son:

CANNABINOIDES CON POTENCIAL TERAPÉUTICO

Al igual que lo que sucedió en su momento con los opiáceos y otras sustancias, se ha hecho un esfuerzo para separar los efectos deseables de los cannabinoides de sus efectos adversos para obtener formulaciones farmacéuticas que puedan ser útiles para el tratamiento de algunos trastornos.

Fumar no se considera una vía sana de administración de sustancias terapéuticas. La planta de cannabis no es un medicamento ya que contiene cientos de compuestos en cantidades diversas que, aunados a los que se producen durante la combustión, le confieren mucha variabilidad y riesgos para la salud. Sin embargo, algunos cannabinoides sí son o pueden llegar a ser terapéuticos.

Para que un producto sea aprobado como medicamento se requiere hacer una serie larga y costosa de estudios, primero bibliográficos y después sobre células, tejidos y animales, para determinar sus sitios de acción y posible toxicidad.

Con ellos se estima entonces el margen de seguridad y la posible eficacia terapéutica, se analiza la cantidad óptima de dosificación, la formulación farmacéutica y la vía de administración más adecuada, así como las posibles interacciones, benéficas o negativas, de la sustancia con otros medicamentos.

Cuando el producto ha demostrado ser seguro y eficaz en animales, se realizan estudios clínicos, primero con voluntarios sanos y después con pacientes, utilizando un medicamento estándar de referencia para comparar sus efectos con los de la sustancia nueva. Si la sustancia es segura y tiene un efecto al menos similar al medicamento de referencia en miles de pacientes, se identifica quiénes y por qué no deben consumirlo, así como los posibles efectos adversos y reacciones secundarias de las que se lleva un registro detallado (farmacovigilancia).

Existen cannabinoides que pasaron por este proceso y ya son medicamentos autorizados. El dronabinol (Marinol®) es un isómero sintético del THC que se consume por vía oral. Ha sido aprobado para tratar o prevenir la náusea y el vómito producido por los medicamentos que se usan para tratamientos de cáncer. También es útil para aumentar el apetito en personas que tienen síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

El nabilone (Cesamet®) es otro medicamento que se administra por vía oral, útil en el tratamiento de náusea y vómito asociados a quimioterapia recomendado como alternativa cuando otros medicamentos no funcionan.

El cannabidiol (CBD) es un fitocannabinoide no psicoactivo al que se le ha encontrado actividad analgésica, anti-inflamatoria y anti-epiléptica, entre otras. Como no actúa sobre los mismos receptores del THC, su uso no se asocia al desarrollo de dependencia. En México el CBD no está clasificado como psicotrópico y puede importarse. En los Estados Unidos de América está próxima la aprobación del uso medicinal de una solución de CBD por vía oral para el tratamiento de las convulsiones asociadas a algunas formas poco comunes de epilepsia infantil severa, como el síndrome de Lennon-Gastaut y el síndrome de Gravet en niños mayores de 2 años. Esta decisión se tomó con base en estudios clínicos controlados que mostraron que la eficacia del CBD para este tipo de pacientes supera sus riesgos.

El nabiximols (Sativex®) es un spray que contiene una mezcla en proporciones similares de cannabidiol y THC. Se desarrolló como alternativa para pacientes con espasticidad (músculos tensos y rígidos) por esclerosis múltiple que no responden a los medicamentos de primera línea.

Los medicamentos basados en cannabinoides aprobados hasta el momento tienen una eficacia similar a otros en el mercado y se proponen como alternativa para pacientes que no responden a los tratamientos convencionales. Las preparaciones que contienen THC no están exentas del riesgo de generar dependencia o aumentar trastornos cardiovasculares pre-existentes en algunos pacientes.

No todos los estudios clínicos con cannabinoides han sido exitosos. El rimonabant se comercializó con el nombre de Acomplia® para el tratamiento de la obesidad y el síndrome metabólico pero tuvo que retirarse del mercado después de algunos años de uso al demostrarse que aumentó significativamente la presentación de efectos psiquiátricos adversos (depresión y trastornos de ansiedad).

¿CUÁL ES EL PANORAMA DE CONSUMO DE CANNABIS?

1 A menos que se indique otra cosa, los datos de pacientes corresponden a los resultados del segundo semestre de 2018 de personas que solicitan por primera vez tratamiento en Centros de Integración Juvenil, A. C. Los Informes se encuentran disponibles en el Sistema de Información Epidemiológica del Consumo de Drogas (SIECD) de CIJ. 



Opiáceos y opioides

¿QUÉ SON?

El opio es el látex (líquido blanquecino) que brota cuando se hace un corte superficial en los frutos inmaduros de la especie de amapola Papaver somniferum, conocida comúnmente como adormidera. Cuando ese líquido entra en contacto con el aire, se torna pardo y viscoso.

Al igual que lo que sucede con los cannabinoides, el término opioides es bastante amplio. Con frecuencia, se utiliza de forma genérica para designar a un grupo de sustancias de origen vegetal (ej. morfina, codeína), a sus derivados semi-sintéticos y sintéticos (ej. heroína, fentanilo) y a las sustancias endógenas que produce el organismo para modular el dolor, sentir placer y otras funciones esenciales (ej. endorfinas y encefalinas). Aunque, desde un enfoque farmacológico y en función de los efectos y daños que pueden ocasionar es conveniente diferenciar:

Los opiáceos son los derivados naturales de la amapola.
Los opioides corresponden a los derivados sintéticos y semi-sintéticos.

Muchos Muchos opioides tienen usos legítimos para quitar el dolor, la diarrea y la tos o como anestésicos. Tal es el caso de la morfina, el fentanilo, la oxicodona y la codeína. Sin embargo, también son sustancias psicoactivas potentes capaces de producir dependencia intensa, síndrome de abstinencia, adicción y muerte cuando se usan fuera de prescripción médica. Por eso, su uso debe restringirse a condiciones específicas y bajo estricta supervisión médica. Los opioides de uso médico requieren un tipo de recetario especial y únicamente se venden en farmacias con licencia para su venta controlada.

El prototipo de los opioides de uso médico es la morfina. En México, se emplea, de forma limitada e insuficiente, para el tratamiento de dolor terminal en hospitales y clínicas de cuidados paliativos. En los Estados Unidos de América, su uso es mucho más generalizado, tanto a nivel hospitalario como en tratamientos ambulatorios, no siempre adecuados.

La heroína (diacetilmorfina) es el principal opioide de abuso. Es una sustancia semi-sintética más potente que la morfina; es decir que se necesitan cantidades menores para obtener los mismos efectos. Suele venderse en forma de polvo blanco o marrón, o como una sustancia negra y pegajosa (heroína chapopote).

El fentanilo y el carfentanilo son opioides sintéticos altamente potentes. El fentanilo, por ejemplo, tiene más de una docena de análogos y es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Se combinan con heroína cada vez con mayor frecuencia para intensificar sus efectos. Las combinaciones aumentan para potenciar los efectos psicoactivos y “diversificar el mercado”. Mientras más potentes son más cotizadas, más adictivas y pueden ser más letales. Esto ha producido un aumento exponencial y sin precedentes de muertes por sobredosis de opioides en el mundo y en particular, en Estados Unidos.

Actualmente, existen medicamentos para tratar los trastornos por uso de opioides, tales como la metadona, la buprenorfina y la naltrexona. También, para evitar la depresión respiratoria se cuenta con un antídoto específico eficaz, la naloxona, pero la muerte puede ocurrir tan rápidamente que puede no dar tiempo suficiente para administrarlo

¿QUÉ HACEN?

Al entrar al organismo, la heroína y las sustancias similares se adhieren a los receptores opioides ampliamente distribuidos en el organismo, involucrados en la percepción del dolor y los procesos de gratificación. Estos receptores abundan en varias partes del sistema nervioso incluyendo el tallo cerebral que es la región que controla procesos autónomos esenciales para la vida, como la respiración y la presión arterial.



Síndrome de abstinencia o supresión

La persona que disminuye o suspende el consumo de heroína puede experimentar signos y síntomas graves del síndrome de abstinencia. Estos inician a las pocas horas de la última administración, alcanzan su punto máximo entre las 48 y 72 horas después de la última dosis y desaparecen generalmente una semana después. Algunas personas experimentan síntomas desagradables por más tiempo y el deseo de la droga puede persistir varios años, especialmente si el usuario se expone a estrés o a ciertas personas, lugares, imágenes u objetos relacionados con el uso de la droga.

Los principales signos y síntomas del síndrome de abstinencia son:

Síntomas parecidos a los de un fuerte resfriado (ojos llorosos, secreción nasal, transpiración, escalofríos, malestar general y dolor de cabeza).
Dolores en los músculos y en los huesos.
Ansiedad e inquietud.
Deseo muy intenso de consumir la droga.
Insomnio.
Calambres.
Diarrea intensa y vómito.
Movimientos involuntarios con las piernas en forma de patadas.
Aumento significativo de la presión arterial y la frecuencia cardiaca

Debido al alto potencial adictivo de la heroína, para muchos consumidores es muy difícil dejar de consumirla, por lo que en el tratamiento se pueden implementar programas de sustitución farmacológica, como el de la metadona o la buprenorfina.

La metadona se ha usado por varias décadas como auxiliar para tratar la adicción a la heroína, siempre bajo estricta supervisión médica. Es un opioide sintético que se une a los mismos receptores que la heroína pero produce menores efectos. Con la toma oral, la acción es gradual y sostenida, se reduce el deseo de otras drogas opioides y se evitan los síntomas del síndrome de abstinencia. Cuando se administra adecuadamente, la metadona permite la realización de las actividades diarias comunes. Sin embargo, fuera de prescripción, también es una sustancia que puede generar abuso y dependencia.

¿CUÁL ES EL PANORAMA DEL CONSUMO DE OPIOIDES?



Cocaína

¿QUÉ ES?

Es una droga estimulante que se extrae de las hojas de coca de un arbusto abundante en Sudamérica, la Erythroxylum coca. Existe en diferentes presentaciones: como polvo (clorhidrato), pasta o “piedra”. El crack es una variante de la cocaína que se obtiene al calentar clorhidrato de cocaína con bicarbonato de sodio. Cuando el producto resultante se enfría se parte en trozos o “piedras”.

La cocaína en polvo se aspira por la nariz (se esnifa) o se disuelve en agua y se inyecta directamente en la vena. Al hacerlo, algunas personas mezclan cocaína con heroína, con lo que obtienen mayor intensidad de las sensaciones, en tiempo más breve y con mayor duración. A ésta combinación peligrosa se le conoce como “speed ball”. El crack puede calentarse para aspirar sus vapores o fumarse. Cuando la cocaína se inyecta o se fuma sus efectos son más rápidos y más intensos que cuando se esnifa. La mayor velocidad de los efectos favorece el desarrollo rápido de dependencia.

¿QUÉ HACE?

La cocaína se absorbe rápidamente por las mucosas nasales y llega al cerebro en cuestión de segundos; por lo tanto, sus efectos son casi inmediatos. Independientemente de la vía de administración, la duración de sus efectos es corta (de 20 minutos a una hora), lo que lleva a repetir el consumo para mantener el efecto por más tiempo, aumentando así el riesgo de sobredosis.



A dosis altas puede causar ansiedad extrema, muerte súbita por sobredosis (generalmente por infarto al miocardio), psicosis, delirios, alucinaciones y paranoia.





La suspensión del consumo de cocaína se asocia con la presentación de signos y síntomas desagradables (síndrome de abstinencia) de duración e intensidad variables que están directamente relacionados con el tiempo y la cantidad de consumo.

Síndrome de abstinencia o supresión

Fatiga, pesadillas.

Cambios bruscos del estado de ánimo.

Trastornos del sueño (somnolencia o insomnio).

Ansiedad, agitación o depresión.

Aumento del apetito.

Disminución de la capacidad de sentir placer.

Deseo intenso por seguir consumiendo.



La cocaína es una droga muy adictiva. Aún después de largos periodos de abstinencia, las recaídas son frecuentes, sobre todo ante eventos estresantes, estímulos ambientales asociados al consumo o la exposición a esta sustancia.



¿CUÁL ES EL PANORAMA DE CONSUMO DE LA COCAÍNA?

Estimulantes de tipo anfetamínico

¿QUÉ SON?

Esta categoría incluye drogas sintéticas que producen efectos intensos en el sistema nervioso y cardiovascular del consumidor. Estas acciones se deben a que liberan noradrenalina, un neurotransmisor que eleva el estado de alerta y aumenta la energía para enfrentar situaciones estresantes potencialmente peligrosas. Los estimulantes también liberan dopamina en zonas del cerebro asociadas con efectos gratificantes lo que las convierte en sustancias con alto potencial adictivo.

Las sustancias pertenecientes este grupo son las anfetaminas, la metanfetamina y las sustancias que se denominan genéricamente como “éxtasis”. Los precursores a partir de los cuales se sintetizan los estimulantes de tipo anfetamínico son la efedrina y la pseudoefedrina. Ambos compuestos se obtienen de la efedra, una planta asiática cuyo nombre científico es Ephedra vulgaris. Las catinonas, aunque están química y funcionalmente relacionadas a las anfetaminas, no se incluyen en esta categoría sino en el grupo de Nuevas Sustancias Psicoactivas (NSP).

Los estimulantes de tipo anfetamínico pueden administrarse por diferentes vías: oral, intravenosa, fumada y esnifada.

Anfetaminas

Las anfetaminas son, en realidad, dos formas químicas de una misma molécula: la l-anfetamina o bencedrina y la d-anfetamina o dexedrina. La bencedrina fue la primera sustancia que se comercializó para tratar a pacientes con asma ya que es muy eficaz para producir dilatación bronquial. Actualmente se utiliza para el tratamiento de la narcolepsia (episodios de sueño profundo en horas de vigilia) y del trastorno por déficit de atención. Bajo estricto control médico y a las dosis precisas, es un agente terapéutico eficaz.

Las anfetaminas se utilizaron ampliamente en la segunda guerra mundial para aumentar el rendimiento físico de los pilotos y soldados en los campos de batalla. Al terminar la guerra, se observaron numerosos casos de dependencia. Actualmente pueden utilizarse por personas que desean bajar de peso o permanecer despiertas por jornadas muy largas de trabajo o estudio, pero su consumo fuera de prescripción médica, en cantidades superiores, por mayor tiempo de lo indicado o por una vía diferente a la oral, puede derivar fácilmente en dependencia.

Metanfetamina o cristal

La metanfetamina es un derivado de la anfetamina que tiene un grupo químico adicional (metilo) en su estructura. Puede encontrarse en forma de polvo blanco, en tabletas o en fragmentos blancos brillosos a los que se les llama “cristal”. En cualquiera de sus formas, la metanfetamina es una droga muy adictiva y tóxica. El cristal puede calentarse para aspirar sus vapores o inyectarse y así obtener efectos estimulantes más intensos y rápidos. Su consumo causa un significativo deterioro físico y emocional.

Éxtasis

Se le llama así a un grupo especial de anfetaminas con efectos estimulantes y alucinógenos. El primer compuesto al que se le llamó éxtasis fue la MDMA (metilen-dioxi-met-anfetamina) pero después surgieron otros similares con nombres como MDA o MDE y ahora se venden mezclas de MDMA con derivados de efectos similares o con metanfetamina y adulterantes. Estas sustancias frecuentemente se adquieren y consumen en antros o fiestas de larga duración asociadas a música electrónica y consumo de sustancias (fiestas “rave”).

El éxtasis libera en el cerebro neurotransmisores como la serotonina y la dopamina que alteran el estado de ánimo. Se presenta en tabletas de diferentes tamaños y colores que se consumen por vía oral. Estas tabletas tienen grabados llamativos en forma de corazones, caritas sonrientes, logos y emoticones orientados a disminuir la percepción del riesgo. Se conocen como “tachas,” “happy face,” “ferrari” y “love,” entre otros nombres.

¿QUÉ HACEN?

Los efectos de los estimulantes anfetamínicos son parecidos a los de la cocaína, pero en general son de mayor duración.



El éxtasis produce algunos efectos particulares como alteraciones perceptuales (se perciben diferente los sonidos y texturas), pérdida transitoria de la memoria y rigidez muscular, sobre todo a nivel de las mandíbulas.

A dosis altas, la metanfetamina y el éxtasis pueden producir temblores, conductas violentas, hemorragias nasales, alucinaciones (que frecuentemente incluyen la sensación de tener insectos bajo la piel) y un aumento importante de la temperatura corporal conocido como golpe de calor que es potencialmente fatal.

Síndrome de abstinencia o supresión

Cuando una persona desarrolla dependencia a los estimulantes y los suspende, puede experimentar trastornos de sueño, fatiga y depresión, entre otros síntomas.

¿CUÁL ES EL PANORAMA DE CONSUMO DE LOS ESTIMULANTES DE TIPO ANFETAMÍNICO?